No pretendo que ésta sea una entrada deprimente. Y, ni mucho menos, una invitación al suicidio. Trata de las creencias internas de cada uno, aquellas que con el tiempo trato de cuestionar lo menos posible en los demás, pues cambiar algo que es producto de muchos años y muchas circunstancias personales habitualmente se convierte en un esfuerzo baldío.
Simplemente me gustaría reflexionar en voz alta sobre un tema que me hizo pensar mucho la semana pasada y que ha provocado que escriba hoy este post, por delante de otros que tenía pensados desde hace tiempo y que posiblemente me apeteciera más compartir.
La BBC, un referente para todos aquellos que seguimos creyendo en el periodismo, desató un gran revuelo por la emisión hace pocos días del documental 'Eligiendo morir'. Y lo hizo porque en su línea editorial se plasma que se debe evitar la transmisión de hechos delictivos (la eutanasia lo es en el Reino Unido), pero también se explica que ello no debe ser óbice para mostrar contenidos de claro interés público (algo que se hizo obvio con el encendido debate que provocó).
En él, el escritor Terry Pratchett es diagnosticado bajo una rara forma de Alzheimer y decide preguntarse qué decisión tomaría él en caso de disponer de la oportunidad de dejar de vivir como la persona que es en ese momento o morir de una manera asistida a medida que avance su condición. Para ello, acompaña a un hombre de 71 años con un problema neuronal irreversible hasta una clínica de Suiza, en la que va a afrontar un suicidio asistido.
Hubo críticos que alzaron inmediatamente la voz exigiendo que no saliera a antena lo que consideraban una propaganda de la muerte por barbitúricos. Sin embargo, una vez más la cadena estuvo a la altura realizando un programa posterior donde se entrevistó a su director y se planteó un debate en el que participaron tanto críticos como defensores del tema.
Como este es mi blog y ya tengo años suficientes para haberme formado un opinión, simplemente querría decir lo siguiente: he visto morir a mis cuatro abuelos y a mi padre. Algunos sin sufrimiento. Otros con él. Y, como en los juicios, pienso que cada caso es diferente y que no podemos generalizar sobre algo tan grave, cercano y personal.
Aun así, hay veces que se te rompe el alma viendo sufrir a tus seres queridos, sabiendo que ya ni siquiera pueden valerse por sí mismos y que no hay curación posible para ellos. Pero si alguien quiere escoger morir debería hacerlo de forma individual. Al fin y al cabo, todos vamos a morir algún día.
Al final, como me dijo un amigo hemos alargado los años de vida pero muchas veces no podemos llenar de vida esos años. Y aquí es donde mucha gente, que pregona que hay que poner la otra mejilla, también debería plantearse que dar el brazo a torcer puede ser igualmente un grandísimo acto de caridad.
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