Hay momentos en que deseas pedir perdón a todo el mundo. Cerrar heridas rencorosas que con el tiempo se tornan absurdas y que sabes que siempre estarán ahí, aunque hayan dejado de importarte. Pero luego el día a día te come. Y lo vas dejando pasar. Como tantas otras cosas.
Suelo expresar en este blog mis pensamientos, pero pocas veces mis sentimientos. Necesito escribir. Lo he necesitado desde muy pequeño. Y, aunque con menor asiduidad que en sus inicios, este espacio me sirve a modo de diario. Para, de vez en cuando, echar la vista atrás y mirar lo que era hace algunos años. Lo que pensaba. O, incluso, para usar post antiguos que siguen de actualidad en intercambios de pareceres en redes sociales.
Aquí hablé de mi madre y del enorme orgullo que me suscita a pesar de nuestros caracteres chocantes. De mi abuelo materno, capaz de enamorar a cien personas con una sonrisa y una paella. O del paterno, que sobrevivió a una condena de Franco para acabar haciendo lo que le dio la real gana hasta los 92 años.
Poco o nada nombré a mi padre. Quizá porque me faltó de repente, cuando yo estaba en el cénit de mi vida laboral y personal y creía que había cosas más importantes que tu gente. Posiblemente porque nunca le perdoné que no fuera valiente en tantas cosas. Y porque, cuando eres joven, tiendes a minimizar el dolor tirando hacia adelante. Pero alguien dijo que éste siempre vuelve. Y ese alguien tenía demasiada razón.
Hay dos cosas que me grabó a fuego: el amor por mi familia andaluza y la devoción por la música. De la primera he disfrutado enormemente en los días de tránsito del 2014 al 2015. Y de la segunda, que me acompaña siempre, he rememorado demasiado al desempolvar viejos vinilos que me llevé de su casa cuando él ya no estaba. Casi clandestinamente, cuando en realidad aquella acción suponía un homenaje en toda regla.
Estar en Sevilla y en Coria del Río revitaliza a cualquiera. Porque allí hay personas que tienen exactamente los mismos problemas que nosotros. Pero los afrontan de otra manera. Creemos los de las 'ciudades importantes' que lo que hacemos es fundamental para el mundo y que para triunfar en la vida hay que estar estresado. Y menos de una semana en el sur, como la película italiana que habla de ello, te hace dar un giro completo a tu visión. Todos deberíamos tener familia allí.
Pero los recuerdos de verdad afloran cuando saco los discos. Y recuerdo que pasaba a cintas de casette las canciones que más me gustaban del homenaje de Serrat a Antonio Machado. Que me decía que el mejor disco de los Beatles era Revolver. Que me instruyó en Los Sirex y Los Mustang. Y que me descubrió El Dúo Dinámico en un viaje a Portugal, donde en lugar de Teresa Rabal en un coche con dos niños pequeños sonaba pop español de los años 60.
Hoy me he acordado de ti, Papá. No todo lo que hiciste en la vida estuvo equivocado. Ni mucho menos. Pero a veces no somos capaces de hacer un esfuerzo por ayudar a los de al lado, cuando realizamos otros ímprobos por llegar a gente que nos importa mucho menos.
Gracias por la música. Por los libros. Por llevarme por primera vez a Mestalla. Por los viajes a Andalucía. Por el chuletón de Ávila en El Escorial. Y por escucharme siempre que pudiste en la radio.
Sólo puedo acabar así. Porque sé que era tu canción preferida. Y también me la enseñaste al comprar aquella cinta en aquella gasolinera. Cuando fuimos los mejores
Estoy orgullosa de ser tu madre
En esto estamos de acuerdo no
Besitos te quiero y gracias por ser como eres
Publicado por: Maricruz | 11/01/2015 en 10:39
Brabísimo David. Qué grandeza la tuya. Solo a través del perdón de otros, llegan el propio, y es así como se consigue la serenidad. Enhorabuena!!!!
Publicado por: Daviddimas | 11/01/2015 en 07:07