Vaya por delante que detesto la forma actual de hacer política. De todos los dirigentes. Eso no significa que no haya políticos honrados ni personas que hagan bien su trabajo o que pongan ilusión y dedicación real. Pero aquellos que tocan de cerca puestos de responsabilidad, o que pueden acceder a ellos, de repente mutan el discurso.
Lo que cuento es una experiencia personal. Quizá no sea generalizable, pero me sorprendió porque aúna muchas de las cosas que en teoría el partido del que hablo quiere prescindir. Aunque, sinceramente, dudo que desde arriba sepan cómo se mueven las cosas por abajo. Pero deberían.
Lo que ocurrió es tan sencillo como que dos facciones conviven ya para 'apropiarse' del nombre y del tirón de una de las formaciones llamadas a revitalizar el panorama gubernamental. Porque saben que tienen un largo recorrido y puede permitirles seguir viviendo de su actividad pública. Y con una de ellas, que me recibió muy amablemente, me reuní para ofrecerle una alternativa de comunicación a la habitual en las declaraciones políticas. Pero ahora explico esto con más amplitud.
Ni Podemos ni Ciutadans, por razones obvias, cuentan con estructuras nacionales con gente de su entera confianza. Es por ello que, deprisa y corriendo, tuvieron que mantener reuniones rápidas con formaciones locales en toda España. Evidentemente, no pueden conocer todas las interioridades de cada persona y cada sigla independiente a la que dan cobijo, pero corren el riesgo de perder los puntos ganados a base de confianza ciudadana a través de las ya clásicas guerras intestinas presentes en todos los partidos.
Mi intención era muy sencilla: presentar a las personas que, en teoría, encabezarán la lista en Valencia para las elecciones municipales y autonómicas una estrategia mediática basada en algo que no hacen los demás. Y que consiste, ni más ni menos, en decir la verdad. En crear podcast cada fin de semana para informar de lo que se ha hecho bien y MAL a la ciudadanía. Vertebrar los discursos en torno a lo que se quiere hacer y CÓMO, porque todo el mundo puede prometer mil cosas pero luego no saber o poder cumplirlas (ahí está el programa de Rajoy. No comment). Y, sobre todo, no acusar a los demás de lo que hacen o dejan de hacer.
¿Imposible? Seguramente, aunque tras ver el perfil de Albert Rivera albergaba alguna esperanza de que los que se arrimaran a él tuvieran la misma visión. Pero hete aquí lo que ocurrió.
Primero: me ofrecieron hacer mi trabajo gratis y, una vez conocidos los resultados de las elecciones, discutir la incorporación real. Puedo apostar, como en este caso, pero se evidencia que hay personas que siguen pensando que los periodistas somos tontos. Segundo: me pidieron que les ayudara a posicionar el blog personal de su candidato, pero no bajo las premisas que habíamos hablado, sino deascreditando a la 'segunda facción' para poder tomar las riendas de la formación cuando tuviera lugar la elección definitiva. Tercero: la razón para que ganaran unos y no otros era que unos no pegaban carteles y otros sí y que esos mismos apenas iban a los mítines mientras los otros se 'arremangaban'. Nada más que añadir. Aunque, dicho sea de paso, no creo que 'los otros' disten mucho de estos pensamientos. Vamos, que no da la sensación de que vayan a revolucionar la concepción clásica de su oficio.
Dicho esto, dejo al lector la potestad de formarse una opinión, basándome en algunas preguntas que me hago como periodista. ¿Han visto que en algún momento se hable de un programa determinado? ¿Creen que miran por el ciudadano cuando hacen esto?
Como dirían en los juicios, no hay más preguntas señoría.
David, nadie de la Junta de C's Valencia ha podido hablarte en estos términos. Nuestros candidatos se eligen en primarias. Ánimo con tu labor.
Un saludo.
Publicado por: Luis | 22/06/2014 en 19:31