No pretendo hacer un post demagógico, ni mucho menos. Para eso ya están los políticos que tratan de vender una recuperación que no existe (por desgracia). Hoy hemos conoido la Encuesta de Población Activa. Para el Gobierno, un éxito porque el paro se ha reducido en 2.300 personas (sobre un total de casi seis millones de parados no percibo un avance extraordinario). Lo que se han olvidado de comentar es que hay 187.000 personas menos en España para pelear por esos puestos de trabajo, lo que 'facilita' un poco el tema.
Pero no es esto de lo que quiero hablar aquí. Ni siquiera de que con la crisis el número de hogares cuyos integrantes no perciben un solo euro se ha doblado. Querría hacer una simple analogía de la realidad. Por si, en algún momento, algún dirigente tratara de mirar a través de los ojos de las personas reales, no de las de su círculo, que adolecen de problemas comunes.
Vayámonos al Salario Mínimo Interprofesional: 643 euros. Supongamos que tenemos la 'inmensa' fortuna de que alguien nos contrata por ese dinero. Que somos solteros, que vivimos en casa de nuestros padres y que no tenemos letras que pagar porque usamos el coche viejo de papá. Sin duda es una cifra razonable para comenzar en el mercado laboral, pero absolutamente insuficiente si pasas de cierta edad e incluso te has permitido 'el lujo' de tener una familia.
Pongamos un caso real: una pareja joven con un hijo, que decidió no comprar un piso para hipotecarse de por vida pero que vive de alquiler. Como pasa en demasiados hogares españoles, sólo trabaja uno de los dos. Y al otro se le ha acabado la prestación por desempleo. Suponiendo que hayan encontrado una casa decente, empecemos a sumar gastos:
Alquiler baratísimo: mínimo 300 euros. Compra mensual en el supermercado: 300 euros. Luz, agua, gas y teléfono: 100 euros. Gasolina si no trabajan al lado de casa: 80 euros. Sin contar el seguro del coche, si la declaración de la renta sale a pagar o si debe afrontar algún gasto extraordinario, de los que hay un mínimo de cinco a lo largo del año.
En esta tesitura, el coste mínimo PARA VIVIR sería de 780 euros. Como, lógicamente, no pueden llegar a esa cifra (y aun así deben dar gracias por tener trabajo), acaban viviendo en casa de los padres de él o de ella. Y comiendo y cenando allí para ahorrarse lo que puedan en caso de que el niño necesite ropa, pañales, leche, escolarización y esas cosas que se empeñan en usar los hijos.
Incluso si los dos trabajaran, los gastos se incrementarían (200 euros por guardería al no poder atender al niño, bonos de transporte o más gasolina). Suponiendo, que es mucho suponer, que la empresa contratadora no le hubiera dicho a alguno de los dos 'te contrato si te haces autónomo'. Un megaclásico de nuestros días donde además la cuota (casualitas casualitatis) la acabas teniendo que pagar tú. ¿Qué cuánto es la cuota? Pues con la nueva ley el primer año 50 euros, pero luego 'sólo' asciende a 313 al mes, sin contar el IVA que pagas trimestralmente.
Es por todo esto y por miucho más que la gente vive angustiada. No saben si podrá dar de comer a sus hijos y, si pueden, no saben si la comida les llegará a ellos. Deben aplazar recibos casi cada mes, bajo la amenaza de acabar con la luz o el agua cortadas, mientras tienen que estar centrados en hacer bien su trabajo para que la flexibilización laboral no acabe en un despido procedente y muy barato.
Y, sobre todo, tienen que comerse cada día las palabras vacías de gente que cobra un mínimo de 4.000 euros al mes diciendo que la recuperación es un hecho, que se va a crear empleo neto, que lo que hicieron los de antes (que también tienen culpa. Y mucha) nos ha llevado hasta aquí. Y que no deberíamos habernos comprado un coche cuando los bancos nos daban créditos fáciles, como si antes de 2007 todos hubiéramos debido ser expertos macroeconómicos que vieran venir una crisis que ni siquiera los supuestos expertos se olieron.
No hay, ni habrá, un político en España que haya vivido con 600 euros al mes. Que haya tenido que cobrar en negro (salvo algunos sobres) para sobrevivir. Que conozca la angustia de no llegar a fin de mes. Y así es absolutamente IMPOSIBLE que puedan hacer que los seis millones de personas que ahora no tienen trabajo vuelvan a tenerlo. Porque sus problemas no son los de la gente normal. Y un dirigente que no ha sufrido de primera mano los problemas reales de su pueblo jamás será capaz de entender cómo ponerles fin.
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