Desde siempre, el sector en el que felizmente trabajo ha sido (y en muchos casos sigue siendo) un nido de navajas, envidias y escaso compañerismo. Mucha gente habla del nulo corporativismo del periodismo y no le falta razón. Básicamente porque muchas veces se basa en grandes egos y estos necesitan alimentarse de ser mejor que los demás y de paso comunicarlo públicamente.
Esta actitud ha llevado, en demasiadas ocasiones, a no ser capaces de ver oportunidades de negocio conjuntas. Y no me refiero a la fusión de los grandes grupos editoriales, que por cierto para lo único que han servido es para echar a muchísima gente a la calle. Lo digo sobre todo por las agencias de comunicación o incluso los periodistas freelance, tan celosos de sus clientes y sus agendas que han ido cayendo por no compartir trabajo y gastos a cambio de diluir ligeramente su nombre.
Pero de un tiempo a esta parte, da la sensación que hay una nueva generación que si bien mantiene su marca personal, sabe que no puede abarcarlo todo sola. Gente especializada en hacer vídeos que busca apoyos en gabinetes de prensa puros. Y unen sus fuerzas para encontrar clientes de manera conjunta. Ganando menos cada uno, pero trabajando con más gente y por lo tanto teniendo también menos horas de ocupación.
Aquellas empresas o personas que buscan un servicio de comunicación cada vez apuestan más por agencias pequeñas con capacidad de acción rápida y un precio acorde al servicio, dejando de lado los grandes monstruos a los que muy poca gente puede acceder (económicamente hablando) y que en muchos casos no están preparados para el marketing de guerrilla que impera en los medios digitales y las redes sociales.
Es ahí donde los numerosos freelance (que cada vez van a ser más por la caída masiva de los medios tradicionales) van a tener la oportunidad de seguir trabajando en su sector, en lugar de buscarse la vida en otra parte. Ya está ocurriendo. Y es tan sencillo como unirse para un proyecto y, cuando este acabe, que cada uno siga a lo suyo mientras no aparezca otra oportunidad conjunta.
Las UTE han llegado al periodismo por necesidad, al contrario de lo que ocurrió en el sector de la construcción, pero son una gran alternativa laboral si se consiguen unir servicios dispares en una sola oferta. Y habrá gente que se negará porque siga diciendo que él (o ella) trabajan solos, pero estará perdiendo oportunidades de mercado casi cada día. Y hoy, cuando el periodismo es el segundo sector que más empleo ha destruido tras el del ladrillo, eso significa arriesgarse a quedarse fuera de la partida.
Totalmente de acuerdo.
Publicado por: Esther Cerveró | 05/11/2013 en 11:18