A los no valencianos que lean este post poco o nada les sonará ese nombre. Pero para mí representa uno de los más claros ejemplos de que no hay que desperdiciar la vida trabajando en cualquier mierda que no nos guste. Que para encontrar trabajo precario siempre estaremos a tiempo, a pesar de la crisis. Pero que dedicarnos a lo que realmente nos apasiona es lo que puede sacar lo mejor de nosotros, por muy 'mantra' que parezca esta frase.
Conocí a Toni trabajando en la COPE hace ya más de una década. Llegaba desde el extinto Diario de Valencia y vino a completar una baja habitual por aquel entonces: la de un redactor que encontraba una oferta mejor (económicamente no era difícil) y dejaba una vacante en la redacción de deportes.
Ya entonces entrenaba a jugadores de baloncesto en formación y esperaba su oportunidad para dedicar su vida al mundo de la canasta. Mientras, ejercía con mucho más que dignidad el periodismo, pero sin la chispa en la mirada que se le atisbaba cuando tenía un balón naranja entre las manos.
Creo que fue Miki Vukovic quien le dio la oportunidad de ser escuchado. No hablo de darle un cargo. No hablo de darle responsabilidad. Solamente de escucharle. Muchas veces tenemos gente alrededor con un potencial extraordinario, pero por creernos mejores o más experimentados desaprovechamos la gran complementación que pueden ofrecernos. No fue éste el caso.
Alguien, un poco más allá, vio cuando se marchó Johnny Rogers la opción de confiarle los fichajes a un chaval treintañero que había visto más partidos y jugadores que muchos profesionales. Ignoro quién fue, pero tomó una decisión valiente. Podría haberle salido mal, sin duda. Como podría haberle salido mal a Laporta apostar por Guardiola. O a Valdano apostar por Raúl. No los estoy comparando. Simplemente creo que se atrevieron a confiar en la juventud y el talento. Otras veces, cierto es, la apuesta no salió bien.
El caso, sin embargo, es que Toni presentó (y sigue presentando) un enorme baremo positivo entre aciertos y errores. Cuando ha podido fichar (a veces no le han dejado) se ha equivocado menos de lo esperado. Y ha obtenido grandes gangas para un club en constante economía de guerra respecto a lo que fue en épocas pretéritas.
Podríamos decir que ha revitalizado con gente semidesconocida en muchos casos la fiebre del baloncesto que había comenzado a extinguirse en Valencia. Su fórmula no varía demasiado de: entrenador balcánico, bases directores sin demasiada anotación, exteriores letales y pívots jóvenes sin una envergadura máxima pero con un gran juego de piernas.
Suya fue la apuesta de un Faverani cuasi-perdido al actual altamente cotizado. Suya la gestión para convencer a Pau Ribas. También la de apostar por Keselj y que fallara. Pero en el cómputo global gana claramente.
No sé cómo es trabajar con él más allá de lo que vivimos juntos en COPE. Allí me parecía una persona sensata y respetuosa. Pero quiero ponerlo como ejemplo ante esta maldita crisis. Hoy Toni podría ser director técnico de cualquier equipo ACB. Y, sobre todo, se dedica a lo que le gusta. ¿Cuántos pueden decir lo mismo?
Comentarios