Hay periodistas buenos, regulares y malos. Exactamente en la misma proporción que arquitectos buenos, regulares y malos. O que abogados buenos, regulares y malos. Aunque se haya extendido la generalización de la crisis del periodismo, lo cierto es que hay de todo. Como siempre ha habido.
Es por eso que hay gente que da noticias y otra que no. Y medios que dan más noticias que otros, porque tienen mejores periodistas o simplemente no contratan becarios como mano de obra barata para copiar y pegar en lugar de instruirles en cómo buscar información.
Sin embargo, para entender la crisis del periodismo aquellos que no están dentro del mundillo deben saber varias cosas, concernientes a quiénes dirigen ahora los medios, qué tipo de sueldos se pagan, qué horarios se realizan y sobre todo quién debe vender el producto.
El primer apartado es sencillo: los ERE los realizan directivos que no son periodistas. Esto qué significa? Que se cargan a la gente en función de lo que cobran, no de lo buenos que sean o de la capacidad que tengan de atraer lectores-oyentes-televidentes-clicks a su medio. Con lo cual ocurren cosas como las de El Pais: un periódico rentable donde despiden redactores a causa de las pérdidas de las otras empresas del grupo y encima a muchos de los que echan eran aquellos a quienes la gente quería leer cada día.
Apartado dos: los sueldos. Pondré mi caso para que nadie se ofenda. Nunca, NUNCA, en un medio de comunicación de los llamados clásicos he llegado a ganar 1.000 euros. Superé esa cifra trabajando en una productora, pero fue en época pre-crisis. Para que os hagáis una idea, alguno de los últimos afectados por la extinción de una radio tenía 598 euros de sueldo base, trabajando un mínimo de seis días a la semana. Esto a qué lleva? A gente quemada o con poca experiencia que no consigue (no porque no quiera, sino porque muchas veces le falta rodaje) elevar el nivel de su medio para que éste tenga más fans y, en consecuencia, genere más publicidad.
Apartado tres, los horarios, aunque de esto es de lo que menos nos tenemos que quejar porque sabemos que son así desde que queremos ser periodistas. Pero es bueno que la gente lo sepa, más que nada porque no hay profesional al que no le hayan preguntado alguna vez en su vida 'Ah, pero tú trabajas el uno de enero?'. Por poner el caso de deportes, todos los fines de semana del año (o casi todos) se trabaja. Y muchas veces se realiza una jornada normal y luego se cubre un partido a las 10 de la noche, llegando a casa pasadas la una de la madrugada. Que lo hacemos con gusto? Muchísimas veces. Pero los sueldos y la escasa flexibilidad de los jefes anteriormente mencionados van restando ilusión día a día. Y respecto a lo del uno de enero, siempre contestamos lo mismo: 'Tú quieres escuchar la radio o ver la tele ese día? Pues alguien tiene que estar ahí'.
Pero el último apartado, depués de esta introducción, es el que considero más importante. Pongámonos en un medio ideal: multimedia, con profesionales de alto nivel, buenos sueldos y un prestigio a prueba de bomba. Es decir, el New York Times. Pues resulta que la web del NYT no es rentable! Y mi pregunta es: eso es culpa de los periodistas? A lo que respondo rotundamente NO.
No es trabajo de los periodistas saber cómo monetizar uno de los sites más visitados del mundo. Como no lo es encontrar nuevas formas de financiación para los medios. Tampoco decidir si hay que dar un impulso a lo digital en detrimento del papel. Y ni siquiera convertir su medio en un negocio próspero.
Porque eso, TODO ESO, es función de los comerciales y los directivos. Y los primeros paran en seco su trabajo cuando llegan a sus objetivos mensuales (sea el día 2 o el 24) y los segundos han demostrado que sólo saben despedir a la gente, porque nadie en TODO EL PLANETA ha sido capaz de no despedir a algún periodista durante 2012.
Así que acabo como empiezo. El futuro del periodismo depende de los periodistas? Y mi respuesta, por desgracia, es NO. Porque los periodistas SÍ están haciendo bien su trabajo. Pero al final los que se quedan en sus puestos son los que están siendo incapaces de hacer bien el suyo.
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