Creo que, como todo el mundo, comencé mi fiebre por las redes sociales en Facebook. Aquello de agregar amigos, compartir fotos, encontrar gente del colegio y hacer cenas conmemorativas tuvo una gracia inmensa al principio. Luego empiezas a filtrar a los que realmente no son colegas sino conocidos, tienes algún enganchón con gente que conoces pero con la que discrepas y acabas no usándolo directamente más que para compartir tus entradas en un blog (éste, para más señas :-) y tus tweets.
Ah, los tweets! Llevo ya más de dos años en Twitter y es sin duda mi red social preferida. Por la mañana me levanto y en cinco minutos de repaso me trae la actualidad del día. Me ha hecho ser Trend Topic en Venezuela solo por informar de que Maldonado sería pole en Montmeló. Si alguien es poco respestuoso con tu opinión, lo bloqueas y punto. Te permite saber qué hacen tus amigos y hasta tus admirados e incluso puede llegar a seguirte alguno de ellos. Me sigue sorprendiendo cada día. Y la sigo usando cada hora.
Pero hete aquí que, pese a tener un perfil prácticamente completo en LinkedIn, apenas he hecho uso de esta red. Es por eso que acepté asistir al curso impartido por Santiago Pérez-Castillo (el único Interim Manager de Valencia. Os recomiendo que busquéis qué significa eso en su web. Sobre todo si sois una empresa que no funciona y queréis encontrar el reflote) y en tan solo cuatro horas (y falta la parte práctica) me ha hecho abrir los ojos sobre sus inmensas posibilidades.
El razonamiento es sencillo: cuando nos vamos de viaje o queremos cenar en un restaurante nuevo, preguntamos a la gente cercana. Antes esa información te venía por casualidad. Hoy cuelgas la pregunta en internet y tu gente te responde enseguida. O entras en páginas especializadas y ves las opiniones mayoritarias.
Al final, en las redes buscamos lo que hemos buscado toda la vida: conseguir contactar con ese alguien que nos puede dar trabajo, dar bombo a nuestros éxitos, saber lo que piensa gente de nuestro sector, convertirnos en referentes...
En Facebook es necesaria una página de fans para ello. Y, lógicamente, tienes que ser alguien muy conocido para conseguir muchos ME GUSTA. En Twitter puedes tener muchísimos followers, pero habitualmente la mayoría no son reactivos a lo que dices, porque te siguen pero no comparten inquietudes.
Sin embargo, el filtro es absoluto en LinkedIn. Agregas a la gente pero la estableces en tres niveles. Puedes entrar en grupos (hay cientos de miles) que van desde la búsqueda de curro hasta la gestión del cambio en la enseñanza. Puedes ser uno más, participar activamente o hasta derivar en la persona de referencia por las opiniones y los pensamientos que compartes. Y, sobre todo, tienes un filtro máximo: estás en comunidades que sabes que comparten tus mismos horizontes y que, por lo tanto, cuando pidas ayuda en uno u otro sentido no solo sabrán de lo que les hablas sino que posiblemente podrán darte soluciones al respecto.
En estos tiempos oscuros de crisis y cambio de paradigma, un buen uso de esta herramienta social puede dar trabajo a mucha gente. Y no es el futuro. Ocurre ahora. Yo lo he visto. Y muchos otros a mi alrededor también.
Al final, Facebook y Twitter pueden seguir sirviéndonos para informarnos, formarnos y sobre todo entretenernos. Pero si quieres dejar patente a quién diriges tus miradas e influir sobre la gente adecuada, al menos a mí hoy me ha quedado claro que debo mirar profesionalmente hacia LinkedIn.
Voy a probar.
necesidad de comprobar:)
Publicado por: DefHornokDien | 12/06/2012 en 02:25