Desde agosto de 2010 hasta abril de 2011, el técnico catalán ha soportado sin levantar la voz las críticas de su homólogo. Hasta la previa del encuentro de ida de las semifinales de la Liga de Campeones entre Real Madrid y Fútbol Club Barcelona.
Dicen los libros de periodismo que un reportaje de acción es aquel en que el redactor “ofrece una versión dinámica de los hechos que narra y está recomendado para el relato de sucesos que se producen solamente una vez en el transcurso del tiempo”.
Esta última frase es especialmente significativa, pues durante casi un año el entrenador del equipo que juega como local en el Camp Nou ha mantenido la elegancia (eso dicen muchos de los sectores de la prensa deportiva) frente a las constantes críticas a su equipo, a su entidad y a él mismo de José Mourinho, ocupante del banquillo de su eternísimo rival deportivo.
En el fútbol, ya sea en los terrenos de juego, en los despachos o hasta en los programas de radio que giran en torno al llamado “deporte rey”, siempre se ataca a quien está arriba. Y, curiosamente, aunque pasen siglos hasta que éste explote, es en ese momento cuando todo el mundo a su alrededor coincide en que iniciará su declive.
Un ejemplo claro de esta “teoría del desgaste” fue el caso de la lucha nocturna entre los periodistas José María García (COPE) y José Ramón de la Morena (SER). El primero, líder de audiencia durante 20 años y 12 años mayor que el segundo, dejó el grupo PRISA (donde de la Morena trabajaba en su redacción) y vio como uno de sus delfines tomaba su puesto. Éste, durante sus primeros tres años, criticó duramente los métodos del “maestro”, pero nunca obtuvo respuesta. Hasta que, por primera vez, la recibió en el año 1993 y apenas 10 meses más tarde, el 18 de abril de 1994, lo superaba por primera vez en el Estudio General de Medios (ver artículo adjunto del diario EL PAÍS http://bit.ly/aqHZGV). Curiosamente, como Pep y “Mou”, fueron amigos antes que enemigos.
El luso llegó al Barcelona como un absoluto desconocido de la mano del técnico británico Bobby Robson, de quien era segundo entrenador pero a quien llamaban “el traductor”, pues su papel parecía limitarse al de trasladar al español las ruedas de prensa de un Sir inglés que nunca pudo ni quiso aprender el idioma de su país de acogida.
Allí, el de Santpedor (Guardiola, se entiende) era un futbolista importante. Aun más, era el capitán de los azulgrana. Y floreció entre ellos una amistad, casi una admiración mutua, nacida del gusto por la conversación de ambos y de su carácter afable (que, en el caso del denominado “The especial one” por su exitosa etapa como preparador del Chelsea, parece haberse diluido).
Ninguno de ellos, al menos en aquella época, pensaba que se verían las caras una década más tarde al mando de los dos grandes transatlánticos del fútbol mundial, pregonando de palabra y obra dogmas absolutamente opuestos tanto ante los micrófonos como sobre el césped..
Incluso sus discursos en las ruedas de prensa se alejan hasta el infinito, como dos líneas paralelas que nunca llegarán a tocarse. La crispación, el ataque directo a los profesionales, el eterno rictus insatisfecho que nunca deja escapar una sonrisa para no parecer humano es el leit-motiv del portugués. Es su manera de distraer la atención, de desequilibrar a sus rivales alejando su pensamiento del que debería ser su verdadero objetivo, que no es otro que el de tratar de vencer a sus equipos (ya las tuvo en la Premier League, por ejemplo, con Rafa Benítez, tal como reflejaba un reportaje de la web Notas de Fútbol http://bit.ly/hquWxD). Tanto es así que esa agresividad se traslada a sus plantillas, dotadas de una gran calidad pero reconocidas por su solidez y, en ocasiones, por su exceso de contundencia.
El paradigma contrario es el de aquel que (dice la prensa catalana, algo que no comparte la madrileña, en ocasiones mal llamada “nacional”, pues se fija primero en lo suyo y luego en lo de los que le rodean) representa el “seny”, esa cualidad típica del nordeste de España que confiere a sus ciudadanos el llamado “coneixement” en Valencia o más ralamente “aguante” en castizo. No concede entrevistas personales pero puede responder preguntas durante dos horas. A veces se permite bromear. Es políglota (ahí son iguales ambos) y ha creado tendencia con sus trajes estilo “Mad Men” (serie multipremiada ambientada en la América de los años 60) y sus cardigans con corbata. Su equipo, al contrario que los blancos, practica un fútbol exquisito y acumula más de 100 partidos superando a sus rivales en la estadística de la posesión de balón durante los envites que disputa.
Dicho todo esto, queda una pregunta que formularle al lector, que ahora dispone de todos los datos para juzgar si este reportaje merece ser llamado “de acción” por ofrecer una versión dinámica de los hechos que narra y, sobre todo, por relatar sucesos que solamente ocurren UNA VEZ EN EL TRANSCURSO DEL TIEMPO.
¿Ha explotado Guardiola, cansado de los ataques de Mourinho o es realmente como se mostró en la previa del encuentro continental entre ambos clubes y ha engañado a sus defensores y dado la razón a aquellos detractores que aseguraban que su educación y humildad eran fingidas?
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