Dentro de nosotros, siempre, late el alma de un gigante

Alegato a favor de la delgadez saludable

Que cada uno tiene su constitución no tengo que deciroslo yo. Que algunos engordan de mirar un pastel y otros no se meten kilos ni jalándose un chuletón tampoco. Y menos aún que pocas personas le dirán a la cara a otra que ha ganado peso, pero que el efecto es totalmente contrario en cuanto alguien lo pierde.

Muchos, entre los que me he incluyo, hemos tenido la suerte de heredar una constitución delgada. Hay testigos que me han visto cenar una barra de pan (llena, por supuesto) a los 10 años y no se explicaban qué ocurría. Lo que pasa es que, cuando lo haces a los 31 y no coges molla, la cosa va cambiando.

Si además te has criado en un pueblo de 6.000 habitantes y te ven de vez en cuando, la primera frase será 'ai xiquet, qué prim estàs. Tú menges bé?'. Expresión, con perdón, de señora mayor que ha visto 100 veces El Diario de Patricia y piensa que toda la juventud es anoréxica y/o alcohólica y eso les impide estar 'lluidets'.

Confesaré que no soy de comida macrobiótica ni vegetariano ni mal comedor. Al contrario, mis amigos saben lo que soy capaz de jalar y, sin embargo, aunque tuve una incipiente tripilla por prescripción médica tuve que hacer más ejercicio del que hacía, lo que lógicamente hace que la gente adelgace.

Sin embargo, veo un poco complicado que alguien que no come sea capaz de correr durante una hora ininterrumpida sin desmayarse. También le pasa esto a mi mujer (lo de que come a saco y no engorda) y yo juraría, porque se hace cuatro análisis médicos al año, que no le pasa nada malo.

Lo único que pedimos los que, aparte de tener esta constitución, trabajamos físicamente para mantenerla, es que la gente nos deje de dar el coñazo sobre por qué no engordamos y otras hostias. A ver si cuando alguien se eche 20 kilos encima vamos a empezar a romper la hipocresía y preguntarle que por qué está más gordo, que eso es malísimo para la salud y que si sigue así le va a dar un ataque.

Ya está bien, hombre, que como dijo el gran Emilio Duró en una de sus conferencias: 'todavía hay gente que te pregunta por qué te dejas comida en el plato y dice que ellos en la guerra se lo comían todo. Pero qué guerra???????? Si hace casi 100 años que no estamos en guerra!!!!!!'

Delgadez

El Santander no tiene nada que decir?

Para pocos (para muy pocos, da la impresión), los tiempos de crisis económica que vivimos les pasan de largo. Se trata en menor medida de personas físicas pero, sobre todo, de enormes corporaciones que han sabido no invertir en productos financieros de mierda y han consolidado su posición en el mercado muy por encima del resto de sus competidores.

Es evidente que en este reducido grupo se encuentra el Banco Santander. Uno de los pocos que parece pensar en sus clientes (aunque luego todos te la clavan por alguna parte), que no ha perdido pasta sino todo lo contrario y que se ha preocupado además por publicitarse en el medio más rentable de todos: el deporte de alto nivel.

Era muy evidente hace un año que a Ferrari no solamente le iba a unir su coloración, sino también una maniobra muy bien orquestada para Fernando Alonso acabara por fin en la escudería del Cavallino Rampante. Y, por si fuera poco, a ello se le añadió una retahila de patrocinios exclusivos de Grandes Premios que llenaron un poquito más el ya de por sí pesado bolsillo de Mr. Ecclestone.

Es precisamente por esto último por lo que me ha parecido cuanto menos extraño el trato de la FIA y de Formula One Management hacia el piloto español en lo que llevamos de temporada. Porque ha sido muchas veces muy llorón, quejica y hasta autocomplaciente con errores impropios de su calibre, pero también es verdad que le han hecho varias trancas como camiones (vease Gran Premio de Europa en Valencia, por ejemplo).

Y digo que es curioso porque, aunque es cierto que ni le faltarán patrocinadores ni dinero a Bernie (que si ve que una ciudad no puede albergar una carrera por falta de pasta, enseguida recuerda que hay cinco haciendo cola), no es menos verdad que el Santander pone una leña de dimensiones bíblicas encima de la mesa y algo tendrá que decir en estos asuntos.

Lo vengo a decir porque, aunque las decisiones deportivas las toman los organismos 'competentes' para ello, un señor que gasta tantísimo dinero en dar lustre y prestigio a una competición seguro que puede deslizar un 'si no hay justicia en este deporte no entiendo qué hago invirtiendo en él', a lo que seguro que el jefazo pondría la oreja y luego tendría una charlita con más de uno al respecto.

Sin embargo, pese a la remontada de Alonso (y sus posibilidades reales de ganar el título), sigue dando la impresión de que si comete un error se le penalizará a lo grande, mientras que si lo hace por ejemplo Hamilton saldrá de rositas como siempre. Y no sé si yo fuera Botín si tendría el sentido del humor suficiente para reirme de una situación así poniendo millones de euros en una farsa como esa.

Botín Ecclestone

Habrá realmente un cambio global en 2012?

Lejos de películas catastrofistas, calendarios mayas y fines del mundo apocalípticos, existe una corriente de opinión cada vez más elevada respecto al cambio global que le espera a nuestra especie y, por extensión, a nuestro planeta dentro de dos años.

Bien es cierto que todo llega derivado de la cultura de los antiguos pobladores mexicanos, de su capacidad para adivinar los ciclos del futuro. Pero tampoco es menos verdad que hemos visto señales tan distintas que bien podríamos estar acercándonos a esas predicciones.

Por la infraestructura que hemos creado, disponemos ahora de elementos de medición de los que carecíamos hace apenas un siglo. Por eso esta semana hemos sabido que se ha sufrido el verano más caluroso a nivel global desde que se tienen registros o que hay más inundaciones y desastres naturales que en ninguna otra época que se recuerde.

Sin embargo, esto no quiere decir que en el siglo VI o en el XII o incluso en el XVIII no tuvieran una inestabilidad meteorológica similar. Lo cierto es que hoy lo sabemos todo al instante y somos capaces de formarnos una idea general de lo que ocurre en la Tierra, pero posiblemente tanto en China como en Pakistán como en Rusia (por poner tres ejemplos recientes) también las pasaron igual de canutas en algún momento de la historia de la humanidad.

Con todo, es evidente que el clima ha cambiado. Que hemos talado la mayoría de los bosques. Que cada vez hay más zonas desérticas. Que millones de personas mueren de hambre. Que hay un agujero en la capa de ozono que hace que se nos queme la piel. Y así muchas otras consecuencias derivadas de las burradas que hemos cometido en tan solo 150 años.

Todo ello, unido a la crisis galopante en que nos han metido los bancos, los gobiernos y los especuladores inmobiliarios, parece haber despertado muchas conciencias dormidas. Incluso las de gente con la vida solucionada, que se están erigiendo en los faros de un positivismo y una apuesta por el cambio que hace un lustro era impensable.

Leí hace pocos días que muchos de los multimillonarios iban a dar, de manera altruista, la mitad de sus fortunas para intentar mejorar la actual situación. Gente como Bill Gates, por ejemplo, que podría pasar del resto de la gente de por vida y que sin embargo dará (y como él muchos otros) miles de millones de dólares.

Quizá estemos asistiendo al verdadero nacimiento de los líderes del mañana. Hombres y mujeres que no tienen nada que demostrar, que no deben favores y que, por lo tanto, pueden hacer lo que quieran con independencia de gobiernos y lobbys de empresas. Estos últimos, al fin y al cabo, también destinan pasta a fines sociales, pero no es la suficiente ni acaba teniendo objetivos muy claros.

Ese, y no otro, es el quid de la cuestión. Cuando personas tan influyentes van a gastar la mitad de su patrimonio no van a cederlo a una organización y sentarse a sentirse bien. Examinarán (en teoría) quien lo necesita, qué uso le puede dar en el futuro (no solamente tapar agujeros del presente) y cómo puede no perderse en el camino. Puede que sea el principio del intento de la humanidad porque su civilización y su planeta no se vayan a la mierda. El principio del cambio profetizado para el año 2012. Solo esperamos (como todos los que estamos aquí) que el tema no haya llegado demasiado tarde.

Millonarios

Problemas? Soluciones

Si algo aprendí en los tres años que trabajé en Ros Casares es que las cosas tienen que salir. Los métodos de exigencia eran muy discutibles, pero el trasfondo era muy sencillo: si hay un problema no se analiza, se le dan vueltas y se busca la mejor opción. Si hay un problema se soluciona inmediatamente y, a posteriori, ya veremos si podíamos haber hecho algo mejor. Pero al menos hicimos algo enseguida.

Mi amigo José Manuel se dedicaba en aquella época a la muy extendida en nuestros días tarea de 'apagar fuegos'. Si una jugadora no tenía el visado y viajaba en cinco horas, se le hacía como fuera. Si se necesitaba pegar carteles el viernes para el partido del sábado, se contrataba a gente a toda pastilla y luego se daban explicaciones. Y así una y otra y otra y otra y otra vez.

Quizá de ahí venga el lado pragmático que intentamos (muchos de mis amigos y yo) imprimir a nuestra vida. Por eso no nos suele 'servir' profesionalmente la gente que piensa hasta la extenuación por qué ocurrieron las cosas, que se mortifica por no haberlas visto venir y que se flagela por no haber hecho algo distinto,

Por desgracia (y por suerte en muchos otros aspectos), manejamos hoy en día tanta información que para ser competitivos hay que buscar (y entrenar) la capacidad de ser resolutivos. Me lo explicó con la frase de cabecera de este post mi amigo Juanmi Gómez.

Él, que lleva casi 20 años (junto a sus socios) haciendo que Valencia tenga el mejor torneo de fútbol playa de España, se ha ido encontrando con la Ley de Costas, con la crisis económica y sus efectos colaterales en modo de patrocinadores y ayudas institucionales y con mil y un 'problemillas' durante los dos días que dura el certamen (que una máquina limpiadora te seccione el cable eléctrico y te deje sin luz a cinco horas de empezar el torneo, por ejemplo).

Y, sin embargo, todo acaba saliendo. Y, en el 99 por ciento de los casos, saliendo bien, Porque toma decisiones instantáneas y, durante el año siguiente, estudia si hizo lo correcto o no y se prepara para afrontar mejor una eventualidad de esas características.

Ya lo dijo Einstein. Si un problema no tiene solución, es que no es un problema. Y si la tiene, apliquemosla lo antes posible. Siempre será mejor apagar una porción del fuego a tiempo y luego llamar a los refuerzos que intentar decidir por dónde atajaremos mejor el incendio y, en ese tiempo perdido, dejar que se extienda irremisiblemente.

Einstein

A day in the life

Posiblemente, si me preguntaran en una entrevista cuál fue el mejor legado que me dejó mi padre sería el del gusto por la música que inició todos los caminos que conocemos hoy en los años 60. Con él descubrí a los Brincos, los Sirex, los Mustang y, sobre todo, a los Beatles sonando en casa en discos de vinilo.

Siempre, como a él, me atrajeron las canciones melancólicas, con sonidos graves y hasta lisérgicos. Quizá son las melodías menos alegres del grupo de Liverpool, pero son las que más me llegaron: While my guitar gently weeps o The fool on the hill son ejemplos claros de ello.

Tuve la suerte, además, de poder asistir en directo a un concierto de Paul McCartney en Madrid. Y de llamar a mi padre cuando sonó una de sus canciones preferidas para que pudiera escucharla a través de mi teléfono móvil: A day in the life, un canto a la rutina tocado de un enormísimo acento de amargura.

No negaré que me gustan las canciones oscuras y, a veces, hasta deprimentes (no en vano me encantan los discos de Depeche Mode BLACK CELEBRATION o SONGS OF FAITH AND DEVOTION), pero tampoco que tengo la suerte de estar pasando un verano maravilloso rodeado de los amigos con los quiero estar (y no con los que hay que quedar, a veces, por compromiso) así que, aun restando un mes todavía para septiembre, no me resisto a recapitular mi particular DAY IN THE LIFE, hecho de fragmentos felices de lo que he podido vivir en los meses estivales de 2010.

Espero que tengáis la posibilidad de encontrar un hueco y hacer lo mismo. Es ciertamente edificante echar la vista atrás y ver que te lo has pasado bien. Ayuda a cultivar el optimismo y a afrontar mejor la vuelta (aunque algunos autónomos nunca nos hayamos ido) inminente al trabajo.

10:00 Levantarme en Cullera junto a mi mujer con la brisa del Mediterráneo entrando por la ventana

11:00 Lectura tranquila de varios periódicos en la playa

12:00 Visita a la Cala La Granaella de Javea con varios amigos, uno incluso griego (mítico Panagiotis)

14:00 Degustación de arroç del senyoret (marisco pelado) mirando al mar

15:00 Salida junto a mi madre y parte de mi familia en el barco de unos buenos amigos

20:00 Paseo despreocupado al borde de la playa

22:00 Cena con amigos en una casa ubicada en una montaña y sobremesa larga de grata conversación

0:00 Mojito en un chiringuito (sí, éste no lo han quitado aún) enclavado en la arena

The Beatles- A day In The Life

El gust per lo nostre

Soy, con mucho orgullo, lo que se dice 'de pueblo'. Nací y crecí en Almussafes (cuna de la Ford en Europa junto a Colonia) y allí tuve la suerte de aprender el valenciano como lengua materna, comer fruta y verdura fresca cogida de las tierras de mi abuelo materno y jugar al fútbol en la calle.

Hace ya 20 años que me trasladé a vivir a Valencia (a pesar de visitar frecuentemente a mis familiares y amigos), pero hay cosas que se siguen echando de menos y que continuan emocionándome, fruto de las intensas vivencias de una infancia muy alejada de la que vive hoy cualquier niño.

Quizá por todo ello me enganché desde el primer momento a una de las escasísimas (por desgracia) series de calidad que emite la televisión pública valenciana, reflejo sin duda de lo que vivieron mis antepasados y de muchas cosas que yo llegué a ver y sentir en primera persona.

Las casas ubicadas en plantas bajas, las expresiones típicamente valencianas, los hombres levantándose al alba para trabajar en el campo, las disputas entre habitantes de una localidad tan pequeña, los niños divirtiéndose sin Play ni internet y, sobre todo, la vida tranquila y sin prisas. Todo eso me ha enganchado de L'Alqueria Blanca. Y, como a mí, a más gente de la que nunca en su historia había visto una serie en Canal 9.

Reconozco, pese a todo,que me he hecho muy urbanita. Adoro vivir en la ciudad, me he hecho a uno de los mejores lugares del mundo (por temperatura, por gastronomía, por servicios, por tener playa) y no lo cambiaría. Pero es al ver esa serie cuando me vuelve la nostalgia. Y es inevitable recordar los primeros 11 años de mi vida.

A quien no la haya seguido y comparta circunstancias personales conmigo, se la recomiendo encarecidamente. Es cierto que estamos en la época de las grandes series norteamericanas (Mad Men, 24, Smallville, Lost, Cómo conocí a vuestra madre) pero, por una vez, los valencianos podemos sentirnos orgullosos  de que nuestra gente haya conseguido un producto capaz de competir, al menos en nuestro territorio, con cualquiera de ellas en prime time.

 

 

 

L'Alqueria Blanca