Volví a ver la semana pasada la película EL DESAFÍO: FROST CONTRA NIXON, que ya me había gustado en su origen y que me acabó encantando al repasarla en Versión Original Subtitulada (vaya, curiosas iniciales).
Lo que más me apetecía era revisionar el único guiño a la ficción del guionista, la conversación telefónica que mantienen ex presidente y periodista antes del día definitivo, el de la entrevista sobre el Watergate. Aunque no suscriba exactamente todo lo que se dice, sí que guarda muchas similitudes con situaciones vividas (por mí y por otros) y me ha hecho identiicarme con muchas de las ideas que se plasman en uno de los monólogos más intensos y bien interpretados que he visto en los últimos años.
Por ello, y contando seguramente con el apoyo de C.E, J.C., J.R., J.D. y tantos otros, dedicamos este discurso a aquellos que ya saben quiénes son. Y añadimos un matiz a él: la educación está por encima de muchas cosas.
¿Los mayores en la Universidad te miraban como escoria, verdad?. Ese era nuestro drama, señor Frost. No importa lo bien que lo hacíamos porque siempre nos hacían de menos. No importa cuántos premios consigas o cuántas páginas de periódicos hablen a diario de ti o lo alto que sea el puesto que te ofrecen. Siempre es insuficiente. Aún nos sentimos como hombres pequeños, como el perdedor que nos quisieron hacer creer que éramos millones de veces.
Los sabiondos en la Universidad, los ricachones, los afortunados, la gente cuyo respeto deseábamos hasta dañarnos. ¿Y no es por eso por lo que trabajamos tanto, por lo que luchamos cada paso, sangrando por seguir subiendo a costa de dignidad?. Siendo un poco honestos, si pensamos privadamente solo por un momento, si nos permitimos ver un segundo ese oscuro lugar llamado alma, ¿no es por eso por lo que estamos aquí?. ¿Nosotros dos?.
Buscando una forma de volver al sol, hacia la incandescencia, de vuelta al podio del campeón. ¡Llevábamos ventaja, delante de los demás!. Un lugar que los poderosos nos dijeron que no alcanzaríamos. No dejaremos que nos quiten de ahí, ¡nunca!.
Se lo demostraremos a esos cabrones. Les haremos ahogarse en nuestro éxito continuado, nuestros titulares constantes, nuestros premios, nuestro poder y gloria a raudales!. ¡Haremos que esos hijos de perra se ahoguen en su envidia y su infelicidad!.
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