Aquí va, en rigurosa exclusiva, el artículo que el martes saldrá en la revista MOTOCICLISMO (que todos debéis comprar) a nivel nacional. Trata de mi día de convivencia con los pilotos de élite de la Comunidad Valenciana, entrenados por Rafa Olcina. Espero críticas (las negativas no se aceptarán jeje. Es broma. Que no soy ningún directivo del Ciudad Ros Casares)
Selección natural
Dos semanas, 20 pilotos de la élite mundial y un marco inmejorable al aire libre componen el inicio de la pretemporada del Motor Training System, el sistema creado por el entrenador Rafa Olcina y aplicado junto a Ana Faus para poner a punto a los futuros campeones del planeta.
Podríamos considerarnos miembros de la película ‘Infiltrados’. Un periodista viviendo el minuto a minuto del comienzo de la que para muchos de los protagonistas que le rodeaban será el principio de la temporada de su vida (el principio del comienzo, como se llamaba un disco de Antonio Orozco). En Bocairent, cuna y amparo del nuevo fichaje de WBR Racing Nico Terol, se concentraban nombres como el de Sergio Gadea, Adrián Bonastre, Carlos Ferrando Héctor Faubel o Pere Tutusaus, pero donde al margen de la velocidad también tenían cabida los ‘crosseros’ Álvaro Lozano, José Sanz, Joan Cros, Carmelo Gutiérrez, Alex Elgh y Ramón Brucart y donde más tarde llegaría el Campeón de España de Supermotard, Israel Escalera.
Pero siguiendo con los símiles asociados al cine, uno también se siente parte del entrenamiento de Sylvester Stallone en ‘Rocky IV’, donde mientras Ivan Drago dispone de toda la tecnología soviética a su alcance, el americano usa la naturaleza para poner su cuerpo a punto.
En una casa a 900 metros de altitud, rodeada de bosques, este pensamiento toma forma. Y lo hace más aún después de la cena , compuesta por supuesto de verdura, pescado y fruta, todo magníficamente cocinado gracias a la madre de Nico. La primera actividad fue engancharse las linternas a la cabeza y dar un paseíto de 60 minutos por el monte, con más negrura que en un sótano sin ventilación y escuchando los cercanos gruñidos de los jabalíes.
Pero la realidad de una concentración de estas características se vive nada más levantarse por la mañana. Y digo bien, por la mañana, porque a las siete tocan diana sin contemplaciones. Hay que desayunar a las ocho y ponerse en marcha, que para llegar a la pista de entrenamiento queda todavía una hora de camino a pie. Así se calientan los músculos y, de paso, se asiste a uno de los mejores espectáculos naturales que ofrece la Comunidad Valenciana.
COMIENZA EL ESPECTÁCULO.
Pese a que sus disciplinas son diferentes y a que durante la temporada se aplicarán conceptos más específicos, todo en estos días es unitario. Por eso todos pasan (excepto Gadea, recuperándose de un esguince de rodilla) por tres horas de intenso motocross, en una pista de las que hacen sufrir con barro y baches para todos los gustos.
Tras la limpieza de filtros y el descanso pertinente, el inmisericorde Olcina se aprovecha de la orientación de Terol para enganchar una nueva ruta de una horita a pie, con subiditas incluidas. Obviamente, a la llegada el hambre es atroz y, tras la pasta y el fiambre, algunos duermen la siesta y otros se dedican a la lectura.
Aquí todo se hace en grupo, por lo que las actividades posteriores no son una excepción. Rutas de bici, juegos con balón, saltos junto a compañeros, ping pong en equipo y equilibrios sobre bidones completan la jornada con otras dos horitas físicas.
Por eso, la ducha vespertina se agradece, casi tanto como la cena y el descanso y la charla tras la misma. Aun siendo deportistas de élite no quedan muchas fuerzas para más, así que a las diez y media ya se han metido en la cama. Hay que dormir ocho horas. Mañana toca otro día intenso.
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